
Acaricias mi mano con la premura de la tarde del domingo,
Del adiós que nunca llega,
Del instante que prolongamos hasta el infinito,
En momentos que retiene mi memoria.
La memoria que ahora detengo
Y que inquieta, aletea en busca de tus ojos.
Ojos que no te ven pero que te tienen
Con la misma fuerza que hace unos días,
Cuando sentía tu aliento sobre mi espalda;
Cuando alegre lloraba, al ver crecer
Amapolas
en tu almohada.
De su poemario "Galletas en Soledad"
Reservados todos los Derechos.