Saben que nunca,
que nunca lo haría.
que nunca lo haría.
A veces
los barrotes son tan duros
que da miedo tocarlos.
A veces.
A veces
que da miedo tocarlos.
A veces.
A veces
la prisión
se torna tan pequeña
que el tacto de óxido en mis manos
es una invitación para echar a volar.
A veces.
Dicen que nunca me han visto volar.
Yo tampoco a ellos
y sin embargo los sueño.
se torna tan pequeña
que el tacto de óxido en mis manos
es una invitación para echar a volar.
A veces.
Dicen que nunca me han visto volar.
Yo tampoco a ellos
y sin embargo los sueño.
Los sueño volando,
aunque no adivine sus alas
bajo sus tristes uniformes grises,
aunque no sople el viento
ni con ayuda del ventilador,
aunque eso no ocurra,
aun cuando lo que ocurre es mucho peor,
yo los veo volar.
Y porque en mi pensamiento vuelan
ellos sienten sus alas.
Dicen que no me han visto volar
y yo,
YO ya he volado con ellos.
Cristina Ruberte-París
de su poemario "Crucigrama de Amapolas"
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